lunes, 1 de abril de 2013

NUEVAS APORTACIONES AL TEMA DE HERMES



1.- El conjunto de nombres con que se designa en castellano al chotacabras (caprimulgus aeropaeus y caprimulgus ruficollis) remite inequívocamente a diversas funciones o ámbitos de actuación bien conocidos del dios Hermes. Así, el propio término chotacabras vincula a dicha ave con el ámbito pastoril y, más concretamente, con el abigeato o robo de ganado; el término engañapastores contiene, a un tiempo, la referencia al pastoreo y a la dimensión de dios embaucador de Hermes; en este último ámbito cabe encuadrar los términos engañabobos y engañanecios con que se designa, en especial en Andalucía, al caprimulgo; a su vez, el término atajacaminos se puede relacionar con la función del dios de las trochas y senderos. Por último, zumaya, de etimología incierta, del que Corominas dice textualmente: “Quizá de un ár. vg. *sumáyyiʻa, diminutivo de samîʻ ‘oyente’, que pudo tener además el sentido de ‘cantor’ (la raíz sámaʻ ‘escuchar’ toma vulgarmente el sentido de ‘cantar’); por el canto agorero de esta ave” , nos podría remitir tanto a la dimensión musical como a la ornitomántica del dios Hermes.
2.- En el término castellano “patraña”, como “mentira o noticia fabulosa de pura invención” , posiblemente derivado, según Corominas, de “*pastoranea y *pastorīlia (…) en el sentido de ‘conseja de pastores’” , se encuentra el vínculo, que concurre también en Hermes, entre el pastor y el embuste.
3.- Si se acepta la identificación entre el pastor Hermes y el caprimulgo, el Himno homérico IV narraría el diferendo entre dos “aves” divinas –el cuervo Apolo- y –el chotacabras Hermes-, resuelto por la intervención de otra: el águila Zeus. Esos tres mismos protagonistas –o muy próximos- se dan cita en la fábula de Esopo (Hsr. 2, Ch. 5) “El águila, el grajo y el pastor” de la que, con un cierto intercambio de papeles, se puede extraer una moraleja que también se deduce del Himno IV: no se debe tratar de realizar aquello a lo que no se está destinado: en el Himno, a Hermes se le niega el don de la adivinación; en la fábula, el grajo resulta capturado por pretenderse ave de presa.
4.- En el verso 111 del Himno homérico IV se dice: “Hermes en efecto inventó por primera vez los enjutos y el fuego.” La relación del chotacabras con el fuego se encuentra también recogida en un mito tukuna que cita Claude Lévi-Strauss; dice así: “En otro tiempo los hombres no conocían ni la mandioca dulce ni el fuego. Una vieja había recibido, de las hormigas, el secreto de la primera, y su amigo el pájaro nocturno (un chotacabras, Caprimulgus sp.) le procuraba el fuego (que llevaba escondido en el pico) para que cociera la mandioca en vez de recalentarla exponiéndola al sol o guardándosela en la axila.
Los indios encontraban excelentes las galletas de la vieja y quisieron saber cómo las preparaba. Ella les contesta que simplemente las pone a cocer al calor del sol. Divertido por esta mentira, el pájaro se echa a reír y se le ven salir llamas de la boca. Se la abren a la fuerza y le arrebatan el fuego. Desde aquel día los chotacabras tienen largo el pico.” 
5.- Uno de los puntos de partida del estudio sobre el nombre de Hermes es la constatación en la lengua árabe del parentesco ideológico, y en ocasiones léxico, de las ideas de ‘amontonamiento’ y ‘tumba’. En latín encontramos cumulus y tumulus, pareja conservada también en español, francés, rumano, etc. En rumano, asimismo, cabe especular con un origen etimológico común de mormânt, ‘tumba’ y morman, ‘montón’.
6.- Aristófanes, en La Paz 422, atribuye a Hermes la advocación de Alexíkakos, Preservador de males, propia de Apolo, lo que constituye una semejanza más entre el dios de Delos y el de Cilene. 


Luis Tejero González
Bucarest, 10 de marzo de 2012.

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