En su edición de las diez Muʻallaqāt[1], los profesores Corriente y Monferrer, al referirse a los términos tilād, “bienes heredados”, y ṭirāf, “bienes adquiridos”, señalan que en la época preislámica en que fueron compuestos los mencionados poemas la distinción entre dichos términos “(…) está perfectamente fijada y acusa una clara conciencia de la diferencia entre ambos tipos de propiedad”. A saber, mientras ṭirāf supone un ejercicio de la propiedad cuyo contenido gira alrededor de la libertad de disposición sobre los bienes así calificados, el contenido estrictamente jurídico de tilād, en tanto que forma de ejercer la propiedad, se encuentra mucho más próximo del actual concepto de depositaría, matizado, a su vez, por una dimensión sacra, trascendente, en virtud de la cual el mandato de recibir, conservar y transmitir los bienes recae sobre quien no es más que un mero eslabón de una cadena entre los de las generaciones ya extinguidas y los de las por nacer.
A nuestro juicio, este tilād, de la raíz tld, debe ponerse en relación con la raíz wld[2], constituyendo originariamente, si estamos en lo cierto, el conjunto de los bienes de los awlād, esto es, de los “hijos de”: los bienes comunales de la tribu.
El tipo de formación social en que se desarrolla esta forma de propiedad se caracteriza, en el plano económico, por el escaso desarrollo de la división social del trabajo que apenas sí va más allá de la separación de los productores por sexos; por tratarse de una producción para el uso en que el destino de lo producido no escapa al control del productor, es decir, en que el producto no se ha transformado aún en mercancía; por corresponder lo producido a lo necesario para la subsistencia, o visto desde otra perspectiva, por que el sistema productivo no genera excedentes quedando imposibilitada, de este modo, la acumulación y, en consecuencia, toda forma de apropiación privada. En el plano social, los vínculos entre individuos se insertan en relaciones de consanguinidad, cuyo origen se hace remontar a un antepasado común, mítico fundador de la tribu; a su vez, la inexistencia de diferencias sustanciales de fortuna entre los individuos y entre familias de individuos impide la formación de clases sociales. En el terreno ideológico y de las creencias, se atribuye al fundador de la tribu la dispensa de cualesquiera bienes y castigos que sobre ella recaen, considerándole garante de la pervivencia indefinida en el tiempo de la tribu, y por lo mismo, rindiéndole culto.
El término ṭirāf, por su parte, nos habla de una transformación del orden económico-social descrito a grandes rasgos en el párrafo anterior. De hecho, el término ṭirf, de la misma raíz ṭrf, con el valor de ‘de nobleza reciente’, nos remite, en primer lugar, a la aparición de auténticas clases sociales. Éstas -como estudió Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado- son el resultado, en primera instancia, de la división social del trabajo, la generación de excedentes y la apropiación privada de los mismos, que, de manera inevitable, abren una brecha en las diferencias de fortuna entre los individuos y las familias de la tribu. A su vez, del contenido jurídico de ṭirāf cabe deducir la transformación de la producción para el uso en producción para el cambio, causa y efecto, a un tiempo, de la desacralización[3] de lo producido. Por último, la nobleza que describe ṭirf, lo es, ya no, o no sólo, por su pertenencia al tronco consanguíneo, probablemente materno, que vinculaba directamente a una o varias familias de la tribu con el antepasado mítico, sino por su condición de propietaria de ṭirāf.
Junto con ṭirāf, la existencia, en la época en que fueron compuestas las Muʻallaqāt, de tilād -más que como un tipo de propiedad para entonces, como un modo de ejercerla sobre determinados objetos- responde, a nuestro juicio, a la supervivencia residual, bajo la forma de un apego fetichista a un patrimonio secular, de un sistema de creencias, otrora rico y complejo, nacido en unas condiciones sociales y materiales en trance de desaparición, las de las tribus nómadas. O en otras palabras: si más arriba habíamos encontrado las razones de la sacralización del producto en la subsistencia material de la tribu y en una ideología colectiva que reforzaba los vínculos consanguíneos, su supervivencia ahora, una vez desaparecidas las condiciones que la engendraron, lo es exclusivamente bajo una forma ideológica residual.
Ese mismo fetichismo quizá se encuentre en los versos de Alceo, el poeta de Lesbos, cuando se refiere a
(…) aquello que mi padre y el padre de mi padre han envejecido poseyendo (…)[4]
La paulatina desaparición del orden político de las tribus gentilicias nómadas a causa de la formación de clases sociales y, consecuentemente, el surgimiento del estado, llevaba aparejada otra profunda transformación de la constitución política del nomadismo: mientras pervivió el orden de la consanguinidad, la vinculación política entre individuos se articuló a partir del concepto de ʻaṣabiyyah, ‘solidaridad tribal’ (y también ‘parentesco paterno’), que implicaba la obligación de la venganza de sangre, ṯa᾽r, cuando se entendía afrentado el colectivo por el derramamiento violento de la de uno de sus miembros. Cuando, en la transición del nomadismo al sedentarismo, la significación política del individuo fue quedando gradualmente reducida a la de mero apéndice fijo de un territorio, el concepto de ʻaṣabiyyah fue cediendo paso al de ᾽ummah, ‘comunidad; nación’ de la misma raíz que ‘madre’, ᾽umm.
No deja de ser llamativo que en el mundo greco-latino, el mismo proceso histórico, es decir, la supresión de la vinculación política entre individuos basada en la consanguinidad y su sustitución por el estado se identifique con el padre (patria), mientras que entre los árabes ese tránsito haya caído bajo el patrocinio de la madre. Quizá el motivo se encuentre en que, en la transición hacia el sedentarismo y la formación del estado, hubo entre los árabes un periodo intermedio de seminomadismo en que predominó el matriarcado. En el término ḫawal, ‘servidumbre; patrimonio’, de la raíz ḫwl, a que también pertenece ḫāl, ‘tío materno’, se encuentran ya indicios más que evidentes de esa acumulación genérica de riqueza que, junto a la específica derivada de la institución de la esclavitud, constituyen otros tantos avances hacia la desaparición del orden gentilicio. Nótese, a mayor abundamiento, que nada parecido a la idea de acumulación de riqueza se encuentra en la raíz ʻmm sobre la que se forma ʻamm, ‘tío paterno’[5].
En el mito griego de Meleagro y los hijos de Testio se puede rastrear también la profunda significación que debió de tener la figura del tío materno bajo las condiciones sociales del matriarcado.
Por último, en la evolución de la representación de la Justicia en el mundo griego, vemos reflejada igualmente esa transición del matriarcado al patriarcado y de la tribu al estado: mientras la fecunda y maternal Temis encarna, como ley natural, la justicia tribal, Dike es la justicia sin rostro del estado. Del mismo modo, si en las Horas, hijas de Zeus y Temis, creemos encontrar un auténtico lema del orden constitucional gentilicio (Eunomía, o buena ley; Dike, o justicia; y Eirene, o paz; mítica y, probablemente, primera formulación del “Libertad, Igualdad, Fraternidad”) en la virgen Dike[6], así calificada por Hesíodo en Trabajos y Días 256, encontramos el destino propio de muchas diosas que en la evolución del matriarcado al patriarcado no fueron reemplazadas por divinidades masculinas, a saber, quedar excluida para siempre de la maternidad por el tabú de la virginidad que se le impuso[7].
NOTA SOBRE TRANSCRIPCIÓN
Consonantes
᾽ : glotal oclusiva sorda.
b : bilabial oclusiva sonora.
t : dental oclusiva sorda.
ṯ : interdental fricativa sorda.
ǧ : prepalatal africada sonora.
ḥ : faringal fricativa sorda.
ḫ : postvelar fricativa sorda.
d : dental oclusiva sonora.
ḏ : interdental fricativa sonora.
r : apico-alveolar líquida vibrante sonora.
s : alveolo-predorsal silbante sorda.
ṣ : alveolo-predorsal silbante velarizada.
ṭ : dental oclusiva sorda velarizada.
ʻ : faringal fricativa sonora.
ḡ : postvelar fricativa sonora.
q : uvulo-velar oclusiva sorda.
f : labiodental fricativa sorda.
k : palato-velar oclusiva sorda.
l : lateral líquida sonora.
m : bilabial nasal sonora.
n : dental nasal sonora.
h : glotal fricativa sorda.
w: constrictiva labiovelar.
y : constrictiva prepalatal.
Vocales
a : vocal oral media abierta no labializada. Duración breve. Larga cuando se indica (ā).
i : vocal oral anterior cerrada no labializada. Duración breve. Larga cuando se indica (ī).
u : vocal oral posterior cerrada labializada. Duración breve. Larga cuando se indica (ū).
BIBLIOGRAFÍA
- Corriente Córdoba, F.: Diccionario árabe-español, Madrid, Instituto Hispano-Árabe de Cultura, 1986.
- Corriente Córdoba, F.; Monferrer Sala, J. P.: Las diez Muʻallaqāt. Poesía y panorama de Arabia en vísperas del Islam, Madrid, ed. Hiperión, 2005.
- Engels, F., El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, Madrid, ed. Fundamentos, 1970.
- Freud, S., Moisés y la religión monoteísta, Madrid, ed. Alianza Editorial, 2001.
- Freud, S., Tótem y tabú, Madrid, ed. Alianza Editorial, 1982.
- Hesíodo. Obras y Fragmentos. (Introducción, traducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez), Madrid, ed. Gredos, 1978.
- Lírica Griega Arcaica (Poemas corales y monódicos, 700-300 a. C.) (Introducciones, traducciones y notas por Francisco Rodríguez Adrados), Madrid, ed. Gredos, 1980.
Túnez, a 13 de junio de 2009.
Luis Tejero González
luistejerogonzalez@yahoo.es
[1] Corriente Córdoba, F.; Monferrer Sala, J. P.: Las diez Muʻallaqāt. Poesía y panorama de Arabia en vísperas del Islam. Madrid, ed. Hiperión, 2005, pág. 81.
[2] Hemos partido, para ello, de la hipótesis de la existencia de un morfema consonántico t que, por prefijación sobre una raíz trilítera previa, habría dado lugar a la formación de un conjunto de raíces cuadrilíteras en que se seguiría conservando, con mayor o menor intensidad, la huella semántica de la primitiva raíz trilítera. Tomando como fuente el Diccionario árabe-español del profesor Corriente, hemos puesto en relación, en primer lugar, una serie de raíces cuadrilíteras cuya primera letra radical es tā᾽ con otras tantas raíces trilíteras formadas, en el mismo orden, por las tres últimas radicales de aquéllas. En el criterio de selección seguido hemos excluido las raíces trilíteras que empiezan por tā᾽, las raíces cuadrilíteras que tienen idénticas, respectivamente, tanto la segunda y la cuarta radicales como la primera y la tercera, así como los términos procedentes del neoárabe y los topónimos. El resultado es el siguiente:
a) Del par drǧ/tdrǧ, durrāǧ: ‘francolín (tipo de ave gallinácea salvaje)’/tadruǧ o tudruǧ: ‘faisán’; del par rǧm/trǧm, raǧama o raǧǧama (bi-l-ḡayb): ‘hablar por conjeturas, aventurar suposiciones’/tarǧam: ‘traducir, interpretar’; del par rfl/trfl, rafal: ‘ir pavoneándose’/tarfal: ‘pavonearse’; del par rms/trms, rams: ‘esconder, ocultar. enterrar’/tarmas: ‘eludir el riesgo, achantarse’; del par yhr/tyhr (o thr), yahr o yahar: ‘lugar amplio, vasto, espacioso’/tayhūr: ‘arenal’.
b) Hemos puesto en relación las raíces árabes tlmḏ (talmaḏ, ‘ser discípulo’) y tmsḥ (timsāḥ, ‘cocodrilo’) con, respectivamente, la raíz hebrea lmd (lamad, ‘estudiar’) y la egipcia antigua msḥ (con valor también de ‘cocodrilo’).
c) No hemos apreciado relación semántica alguna entre los pares rḡl/trḡl; rfw o rf᾽/trfw; nbl/tnbl; nwf/ y una supuesta tnwf.
d) Para la raíz trnǧ, el profesor Corriente remite a ᾽tr(n)ǧ. En todo caso, la raíz rnǧ no existe.
e) Dejando aparte el caso de d), sobre un total de 11 pares de raíces encontrados 7, esto es, el 63%, muestran conexión semántica.
A su vez, hemos estudiado todos los pares posibles de raíces trilíteras en que, siendo iguales entre cada par, y sin variación en el orden, la segunda y tercera radicales, la primera o bien es tā᾽, o bien es wāw. Excluyendo, igualmente, tanto los términos procedentes del neoárabe como los topónimos, hemos obtenido los siguientes resultados:
a) Para las raíces formales tqy, tk᾽ y tkl se remite respectivamente a las raíces wqy, wk᾽ y wkl.
b) Para los términos tuǧāh y turāṯ, a partir respectivamente de unas supuestas raíces tǧh y trṯ, se remite, también respectivamente, a las raíces wǧh y wrṯ.
c) Incluidos bajo la raíz thm, que comprende los campos semánticos de ‘heder; echarse a perder’ y los derivados del topónimo Tihama, para el término tuhmah, con el valor de ‘sospecha, acusación; calumnia’, y una forma verbal VIII (᾽i)ttaham, ‘sospechar; acusar’, se remite a la raíz whm.
d) Para el término tatrà, ‘sucesivamente’, incluido bajo la supuesta raíz ttr formada a partir del gentilicio tatar o tatār, ‘tártaros’, se remite a la raíz wtr.
e) Hemos detectado proximidad o coincidencia semántica en los siguientes pares de raíces: t᾽m/w᾽m (tā᾽am: ‘ser gemelo’/wā᾽am: ‘concordar; coincidir); tḫm/wḫm (taḫim: ‘tener una indigestión’/waḫim: ‘tener una indigestión’); trʻ/wrʻ (tarraʻ: ‘cerrar, atrancar’/warraʻ, ᾽awraʻ: ‘intervenir, interponerse’); tḡr/wḡr (taḡar: ‘hervir’/waḡḡar, ᾽awḡar: ‘hacer hervir’); tld/wld (talad: ‘formar parte del patrimonio; pertenecer a la familia de antiguo; tener abolengo’/walad: ‘parir; engendrar, producir’).
f) Más dudas nos ofrecen los pares trš/wrš; tfr/wfr; tlw/wly; tmk/wmk; y thw/why.
g) En los otros 30 pares recopilados no existe, a nuestro criterio, relación semántica alguna.
h) Para los casos descritos en a), b) y c), y con total seguridad en d), nos caben serias dudas sobre el carácter de auténtica radical de tā᾽ inicial. En el caso de e) y, con dudas, de f), creemos encontrarnos en presencia de raíces cuya estructura trilítera se ha mantenido tras la prefijación de la oclusiva apicodental sorda a la constrictiva labiovelar y la caída de ésta. Por último, en los 30 casos aludidos en g), que por razones de espacio no detallamos, la tā᾽ inicial, creemos, sería la auténtica radical originaria.
[3] En el fenómeno de desacralización del producto no sólo puede verse una consecuencia de necesidades puramente económicas. También se adivina detrás de ella la inviabilidad de una ideología compartida por clases sociales enfrentadas: el culto a los antepasados comunes, como ideología colectiva, no podía sino chocar con la pretendida superioridad moral que en toda ideología de una clase poseedora se atribuye ésta a sí propia. La abstracción metafísica de un dios monoteísta se adaptaba a las transformaciones socio-económicas mucho mejor que el culto a un antepasado consanguíneo, por muy lejano y mítico que éste fuera.
[4] Lírica Griega Arcaica (Poemas corales y monódicos, 700-300 a. C.) (Introducciones, traducciones y notas por Francisco Rodríguez Adrados), Madrid, ed. Gredos, 1980, pág. 317.
[5] El esquema de nuestra reconstrucción es, pues, nomadismo-patriarcado/seminomadismo-matriarcado/sedentarismo-patriarcado, esquema coincidente, por lo demás, con las fases de la hipótesis interpretativa de la prehistoria humana que Sigmund Freud trazó en Tótem y Tabú y, años más tarde, en Moisés y la religión monoteísta, a saber: horda paterna/horda fraterna-matriarcado/patriarcado atenuado.
[6] Hesíodo. Obras y Fragmentos. (Introducción, traducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez), Madrid, ed. Gredos, 1978, pág. 137.
[7] Sobre la diosa Palas Atenea. Freud, S., Moisés y la religión monoteísta, Madrid, ed. Alianza Editorial, 2001, pág. 186.
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